lunes, 2 de mayo de 2011

2.051 kilómetros.

Yo tengo una amiga a la que aún le cuestan las sumas de números de dos cifras. De hecho, cuando jugamos a las cartas, necesita una calculadora. Científica.

Y gracias a esa nula e inexistente capacidad para las Matemáticas, el destino, la Divina Providencia, Chuck Norris, o lo que sea que haya allá arriba me dio la oportunidad, y la suerte, de poder tenerla en mi vida.



Gracias, deviantART. Nunca podré estarte lo suficientemente agradecida.

Recuerdo perfectamente el día que quedamos por primera vez. Estaba acojonada.

Porque cuando empezaron nuestras primeras conversaciones por Messenger, yo estaba pasando por un momento amargo: empezaba a temerme que iba a perder a la que en esa época era una de mis mejores amigas.

El año pasado me había pasado lo mismo: la que fue mi mejor amiga durante la Secundaria me reemplazó por un tío al que conocía de dos días. Y me estaba volviendo a pasar lo mismo. Paso por paso. Síntoma por síntoma. Me estaban dejando de lado de nuevo. Entonces pensaba: "¿Es culpa mía? ¿Qué estoy haciendo mal? ¿No soy lo suficientemente buena amiga? ¿Por qué se cansan de mí? ¿Qué tienen ellos que no tengo yo? ¿Por qué los prefieren a ellos?".

Sinceramente, me estaba hundiendo pensando que quizás yo no servía para tener amigos.

Y entonces quedamos. Charlamos. Cotilleamos. Pedimos sushi para llevar y nos lo comimos en su casa. Era la primera vez que comía sushi, y tengo que admitir que no me gustó nada. Lo odié. Qué ingenua yo, que ahora quisiera poder comerlo a todas horas.

Cuando volví a casa no podía dejar de pensar en si le había causado una buena impresión. Estaba preocupada. "¿Le habré caído bien? ¿Seguirá hablándome después de esto? ¿Querrá que volvamos a vernos?".

Tuve suerte, y así fue. Cada vez hablábamos más, nos veíamos con más frecuencia, nos contábamos cosas cada vez más importantes, nos reíamos más fuerte. Y yo cada vez sentía que la quería más. Necesitaba una amiga como ella, que me necesitara a mí también, que confiara en mí y que contara conmigo. Vaya si la encontré.

Y entonces un día me dije: "No va a ser culpa mía después de todo".

Pasados un par de meses, pasó lo que me temía: aquella amiga que se estaba alejando acabó yéndose. Me reemplazó por un tío que en menos de medio año la iba a dejar tirada como a un perro. Lo pasé de culo. Se me volvía a ir una amiga a pesar de que luché por ella.

Y tuve miedo. Si perdía una tercera, yo estaba segura de que me daba un algo que me iba a dejar loca del todo.

Pero ella no se fue. A pesar de que le dije que mis dos mejores amigas me habían dejado de lado sin saber exactamente el porqué, ella se quedó conmigo. Confió en mí y me prometió que nunca iba a reemplazarme sin motivos, y menos por un tío. No pude hacer nada más que prometerme a mí misma que iba a hacer que ella se sintiera orgullosa de mí.

Desde entonces hemos vivido muchas cosas juntas: mucho ramen, muchos helados, muchas carcajadas, muchos libros, muchos dias de compras, mucho cine, muchas tardes muertas. Demasiadas cosas. Momentos buenos, momentos amargos y momentos un poco más amargos (que, con orgullo puedo decir, que no son muchos).

Han pasado tres años desde que comí sushi en su habitación. Y dentro de cuatro meses ella se me va a estudiar fuera. A Madrid.

Intento convencerme a mí misma de que no es para tanto.

"Madrid no está tan lejos". ¿2.051 kilómetros no es lejos?
"Nos veremos en vacaciones". ¿Realmente voy a tener que esperar a vacaciones?

"Hablaremos por teléfono, por Messenger, o por Skype". ¿Y los abrazos estranguladores de cobra cómo se los doy?

Las cosas claras: no se puede imaginar lo mucho que voy a echarla de menos. Es que no se lo imagina.
Estoy segura de que ella siente lo mismo, y eso supongo que me dará ánimos para no sentirme tan triste. Porque seguro que, cuando regrese, va a alegrase tanto como yo de verla aparecer por la puerta de la terminal de llegadas. Tendremos un bonito momento Kodak a cámara lenta y una banda sonora cursi (risas).

Pero pase lo que pase, durante el tiempo que estemos separadas, voy a seguir haciendo que se sienta orgullosa de mí.

TE QUIERO MUCHÍSIMO, ANNIE.



1 comentario:

  1. HE LLORADO, ZORRA INMUNDA.

    ESTOY LLORANDO TT________________TT

    TE QUIERO MUCHÍSIMO, JODER, MUCHÍSIMO MUCHÍSIMO!!!!

    ResponderEliminar

¡Vamos, es gratis y no duele!


¡Gracias por leer hasta el final! ♥