lunes, 13 de abril de 2015

A todos los locos de los macarrones del mundo.

Si hay un hobby al que me gusta dedicarle todo el tiempo que puedo, ése es el rol narrativo. Haciendo cuentas, creo que empecé cuando aún estaba en Secundaria, y he seguido todos estos años ininterrumpidamente. Como aficionada a la lectura y a la escritura, además de un entretenimiento y una distracción, rolear me ayuda a practicar para cuando escribo y mantenerme siempre activa, tanto cuando se trata de historias y personajes canon como originales.

Rolear con amigos y/o conocidos está genial, pues es bastante más fácil ponerse de acuerdo para crear tramas interesantes y consensuadas. Por ejemplo, mi amiga Noe y yo tenemos nuestro propio Starfighter AU en el que, después de la guerra, Deimos abandona las Colonias y se va a vivir con Ethos. Y tienen un Corgi cockblock llamado Albóndiga al que Deimos odia.

Ésta es la magia del consenso.

(ノ´ヮ´)ノ*:・゚✧

Pero a mí, personalmente, me atrae también la idea de participar en foros de rol narrativo. El hecho de interactuar con personas desconocidas, de las cuales la única información que tienes es el diseño de su personaje, supone un reto para mí, como roleadora y escritora. Al no saber qué puede responder la otra persona al otro lado del ordenador, el esfuerzo por ser original, creativa, y sobre todo, coherente, es mayor. Con lo cual, bajo mi punto de vista, participar en este tipo de plataformas puede ser un poco más trabajoso que rolear con amigos, pero también tiene su extra de motivación. Además, los foros tienen la ventaja de que te permiten conocer a gente maja, en el caso de querer una interacción entre usuarios más allá que la de sus personajes.

El problema viene cuando te encuentras con un loco de los macarrones.

Les voy a contar mi triste historia. Hace cosa de dos años, por recomendación de varias personas, decidí crear un personaje para formar parte del Tuenti rol de Hetalia.

Tuenti. Rol. O sea, es que sólo a mí se me ocurre.

El caso es que hice el perfil de mi personaje (para los curiosos, era Alemania), y poco a poco empecé a agregar otros perfiles y a crear tramas interesantes. Hasta ahí todo OK. 

Un día, me agregó una cuenta de un personaje femenino. No soy muy amiga de la mayoría de los personajes femeninos de Hetalia porqUE SON TODOS UNOS MALDITOS GAYS AAAAAAAAHHHHpero bueno, todo era intentarlo. Además, era injusto rechazar a una persona por el personaje al que interpreta. Todos merecen un voto de confianza. 

La propietaria de este personaje y yo roleamos varias veces. No coincidía especialmente con sus gustos en cuanto a tramas o argumentos, pero tampoco tenía por qué ponerme tiquismiquis. El caso es que, de repente, una tranquila tarde de marzo, otro usuario con el que yo roleaba con asiduidad porque era súper original y se expresaba divinamente, me contó que esta usuaria le había mandado un mensaje diciéndole que me dejara en paz y que no volviera a hablarme nunca, porque mi personaje era de su personaje, y ni el personaje de este chico ni ningún otro podía rolear ni sexo ni fluff conmigo.

Lo más gracioso es que yo jamás le di ningún tipo de exclusividad a esta persona.

Mi reacción inmediata fue: 


Evidentemente, hablé con esta chica y le pedí, por favor, que no volviera a amenazar a aquel otro usuario de esa manera, porque yo tengo la libertad de elegir con quién desarrollo un hobby. Porque se trata de eso: de una afición. Y no estaba dispuesta a aguantar ningún tipo de mal rollo cuando el único motivo por el que yo roleaba - y roleo - es divertirme.

La muchacha lo entendió, me pidió disculpas a mí y al chico con el que había tenido aquella estupidez de bronca, y pasó una temporada más o menos relajada.

Entonces, un día, esta usuaria me pidió mi número de WhatsApp, afirmando que yo le caía bien y que le gustaría conocerme un poco más más allá del rol.

Yo, de retrasada, se lo di, pensando que no pasaría nada.

Craso error.

Al principio todo fue bien: hablábamos de vez en cuando, tanto de cosas personales - por mi parte, hasta cierto límite - como de cosas relacionadas con el Tuenti rol y sus usuarios. Con el paso del tiempo, esta chica empezó a coger confianza, y me mandaba mensajes cada cinco o diez minutos.

No estoy exagerando. Cada cinco o diez minutos. Durante todo el día. Y se estarán preguntando, ¿qué demonios va a contarte una persona que sea imprescindible mandar un mensaje cada cinco minutos? Pues cosas como ésta:

- [13.40] ¡Hola! :)

- [13.40] ¿Qué tal estás? :)

- [13.40] Yo estoy a punto de comer, mi madre está haciendo la comida.

- [13.44] Ah, ya está lista. Voy a comer. Hablamos luego :)

- [13.53] Mira lo que estoy comiendo~

- [13.53]


- [13.55] ¡Me encantan los macarrones!

- [14.12] ¡Ya está, ya he terminado de comer!

- [14.12] ¿Qué estás haciendo?

- [14.13] ¿Roleamos ahora?

- [14.15] ¿Por qué no me contestas?

- [14.16] ¿Hola?

- [14.17] ¿Por qué no me respondes?

Lo de la foto de los macarrones es tan cierto como que el sol sale cada mañana.

Al final acabé mandando a esta chica a la mierda. Hubo otra cosas que me motivaron a decirle que me dejara en paz y que no volviera a hablarme, pero principalmente fue que me sentí, literalmente, acosada. ¿Desde cuándo una persona merece que otra la atosigue a mensajes de este tipo? La gente no entiende que, al menos en mi caso, no puedo, ni quiero, estar pendiente de mi teléfono todo el tiempo. Yo tengo otra clase de prioridades, como eran los estudios en aquel momento, mi pareja, mis amigos o mi familia. Y no voy a desatenderles a ellos por responder los mensajes absurdos de una persona que he conocido por Internet y con la que no tengo ni deseo tener ningún vínculo más allá de un foro de rol. Y, la verdad, encontrar al salir de clase a las nueve de la noche más de 40 mensajes sin leer de la misma persona, contándote cosas de su vida que, ni has pedido, ni te interesa, pues cansa. 

Desde entonces, soy extremadamente selectiva con las personas que conozco en foros de rol narrativo y similares a las que facilito mis medios de contacto más personales. Tiene que haber una gran razón de peso para que acceda a suministrarlos. Gracias a eso, he tenido la suerte de conocer a algunas personas encantadoras - y, sobre todo, respetuosas - con las que he acabado formando una amistad.

Por eso, y para concluir, quiero mandar un mensaje a todos los locos y locas de los macarrones del mundo:

No hagan eso. No acosen a la gente. Entiendan que no todas las personas son iguales, y que, si bien hay gente que no tiene nada que hacer con su vida y se la pega enganchado al WhatApp, a los foros de rol o a lo que sea, hay otros para los que eso supone algo secundario. Y si alguien les dice: "Estoy ocupado", "Ahora no puedo atenderte", o simplemente "Mira, no me apetece hablar contigo ahora", no insistan en reclamar su atención. Es exasperante.

Por un mundo sin locos de los macarrones.

¡Gracias por leer hasta el final! ♥