viernes, 17 de junio de 2011

Fuera de control.

Yo jamás había perdido el control durante un tiroteo. Esto me ha hecho pensar en cómo debe de sentirse la gente normal cuando se encuentran de frente con un tiroteo y no pueden hacer absolutamente nada contra una puta pistola.

El tiempo pasaba realmente despacio mientras me sumía en una especie de sueño. Los minutos se me hacían como horas y las imágenes pasaban delante de mis ojos como diapositivas. No tenían sonido. Sabía que ahí había gente disparando, haciendo mucho ruido. Sí, tío, el orgásmico ruido de los disparos. Tiros insensibles, gritos de dolor, cristales reventándose, casquillos cayendo sobre el suelo. Debería haber sido una escenita perfecta para todos esos bastardos que son como yo.

Pero no oía nada. Absolutamente nada. Era como si alguien hubiera absorbido el sonido. Lo único que era capaz de escuchar con claridad era mi corazón latiendo como una estampida de búfalos dentro de mi cabeza. Mi corazón palpitando y mis jadeos. Jadeos. Nunca había jadeando de miedo antes. Eso era nuevo. Joder.

El interior del Yellowflag se había vuelto desconocido para mí. Nada me era familiar. Las bombillas se habían fundido. Los cristales estaban destrozados. La gente se escondía bajo las mesas. Aunque normalmente era yo la que solía reducir a ruinas el bar, esta vez era diferente. Ése no era mi Yellowflag. Esta vez no.

Quizás lo sentía así porque tenía una bajada de tensión bestial. Estaba mareada y a punto de desmayarme. Los ojos se me cerraban solos. Todo mi cuerpo sudaba. Me costaba respirar.

Y aquí estoy yo, la gran Dos Manos, escondida de detrás esta mierda de barra, esperando de forma ridícula a que esta puta sensación pasara. No podía mover ni un músculo. Sudor y jadeos: eso es todo lo que soy capaz de hacer en este momento. ¿Por qué coño estoy tan aterrorizada? Soy Miss Rebecca. Yo no tengo miedo. Nunca. Todo el mundo lo sabe. Entonces, joder, ¿por qué? ¿Por qué estoy aquí a punto de morirme de puro terror? ¿Acaso me he vuelto una gallina artrósica?

Ni siquiera puedo mantener las pistolas en las manos. ¿Qué cojones pasa? ¿Qué coño está pasando para que yo me ponga a temblar de esta manera? Es un jodido tiroteo. Ni que fuera la primera vez que formo parte de uno. ¿Qué está pasando?

Lo sé. Sé lo que pasa. Está detrás de mí. Detrás de la barra. Ahí está el motivo. El puto motivo.

Pero no quiero verlo. De ninguna manera. Otra vez no.

- ¡Revy! ¿¡Qué cojones estás haciendo aquí!? ¡Vete a echar una mano, zorra de los huevos!

Tío, Bao me está gritando... otra vez. Creo que Bao me odia. Bueno, si yo fuera él, me odiaría. Siempre le jodo el bar y nunca le he pagado las reformas. Me pregunto por qué aún no me ha partido el cráneo.

- ¡Por el amor de Dios, Revy, mueve el puto culo, maldita sea!

- No me grites, Bao. Te estoy escuchando.

¿Ésa es mi voz? Dios. Me tiembla la voz como si tuviera un consolad... joder, tío, estoy delirando.

- ¡Pues si me estás escuchando encárgate de tus amigos, Revy, o te sacaré los ojos con una cuchara!

Si ahora mismo no estuviera como estoy, te aseguro que sería yo la que te sacaría los ojos, gilipollas. Pero yo no usaría la cuchara. Pero es que me siento tan mal que me la sopla todo. Si me muriera ahora, sería simplemente genial.


¿Qué? El sonido está volviendo. Oigo los disparos. Oigo el ruido. Oigo el tiroteo. Me cago en la puta, es asquerosamente delicioso. Empezaba a echarlo de menos.

Lo sabía. Aquello no podía durarme para siempre.

Y puedo oír perfectamente los pasos de un pobre imbécil que se acerca en esta dirección. Escucho claramente el tintineo de las balas dentro de su arma. No, tío. No me vas a coger.

Tres. Dos. Uno...

Bang.

¡Sí, baby, directo entre las cejas! Tío, Miss Rebecca ha vuelto. Realmente nunca se había ido. Y ahora, vamos a por “mis amigos”. No pienso aguantar a esos cabrones que se han dedicado a jugar mientras estaba detrás de la barra. Vamos a enseñarles por qué me llaman Dos Manos.


Dios. Dios, joder, no. Otra vez no. Mierda. Maldita sea, joder. Debería haberme quedado detrás de la puta barra. El mareo está volviendo. Mis piernas están empezando a temblar otra vez. Se me han cerrado los pulmones y me quema la garganta. No puedo respirar.

Me he desplomado sobre el suelo. Sí, yo. Las piernas no pueden aguantarme. Me pesa la cabeza. El aire es turbio e insoportable. Estoy agotada. No puedo mover ni un músculo. Estoy totalmente paralizada. Me siento tan...

... rota. Estoy completamente rota por dentro. Él sigue ahí, tirado sobre el suelo. No puedo verle la cara, pero sé que todavía está sangrando. Los pistoleros están disparando a su alrededor, pero les importa una mierda. Nadie le ve. Está solo, en medio del campo de batalla.

Y está muerto. Le dije que no se moviera, pero lo hizo. Ese idiota se alejó de la barra y ahora está muerto. Intentó escapar y un hijo de puta le disparó. Y está muerto.

Rock está muerto.

Le he matado. Yo he matado a Rock. Esos mamones han venido a por mí. Yo soy la razón por la que en este momento hay un tiroteo. Si no hubiera gente disparando, Rock estaría vivo. Pero están disparando a quemarropa, y Rock está muerto. Está muerto. Para siempre.

Quiero llorar. Quiero gritar. Estoy desesperada. Rock está muerto. No sé qué hacer. Estoy en blanco. Es la primera vez que me siento culpable por la muerte de alguien. He matado a tanta gente que ya he perdido la cuenta. A mí me la pela la gente. Desde siempre. Disfruto matando. Disparar mientras me piden clemencia, eso me excita.

Entonces, ¿por qué me siento así? Quiero arrancarme la piel. Quiero morder algo hasta partirme los dientes. ¿Cuál es la diferencia?

Lo sé perfectamente, pero no quiero admitir que es Rock. La diferencia es Rock. El gilipollas de Rock. Es Rock el que se está muriendo ahí. Es mi Rock.

Porque es mi Rock. Se ha convertido en mi Rock. Él me lo dijo: “Si tú eres un fusil, yo soy la bala”. Una bala es lo más importante en un arma. Yo soy el fusil, y él es mi bala. Él es una de las pocas personas en las que confío. Y no mentiría si dijera que es la única persona en la que verdaderamente confío.

Me hizo sentir útil. Me hizo ver que soy una persona más allá de ser una máquina de matar. “Cuando me ofreciste unirme a vosotros, tuve la sensación de que me liberaba, de que me libraba de un peso”. Eso me dijo una vez. Yo, la puta escoria de la sociedad, hizo eso. Hice algo por una buena persona.

Nadie puede negar que Rock es un buen tipo. Sé que él sería mi aceite si yo fuera agua. Casi le disparo una vez porque al principio no le soportaba. De verdad que quise matarle. Pero es una buena persona. Él es el tipo de tío que a mí me habría gustado ser si hubiese tenido la oportunidad. Nunca ha empuñado una pistola. Nunca ha matado a nadie, ni siquiera a una mosca. Siempre está sonriendo. Siempre está de buen humor.

Y está muerto. Rock está muerto. Y no hay ninguna manera de hacer que regrese.

¿Qué coño puedo hacer ahora?

Lo único que se me ocurre en estos momento es meterme por el culo mis principios. Esperar a ver si me matan, y si al final tengo suerte, esperar a ver si despierto de esta jodida pesadilla.

Mientras tanto, creo que me fumaré un pitillo.

2 comentarios:

  1. Sólo tres palabras...

    LA PUTA HOSTIA.

    Y cualquier disertación o comentario deshecho de alabanzas sobra... Porque este relato habla por sí solo.

    PD: lo dicho, tienes nueva fangirl aquí XD

    ResponderEliminar
  2. Has matado a Rock...

    HAS MATADO A ROCK, TÍA, HAS MATADO A ROCK, CÓMO PUEDES HABERNOS HECHO ESTO A TI, A MÍ, A REVY, A TODOS!?!?

    ... A parte de eso, está jodidamente genial, pero...

    HAS MATADO A ROCK, NO TEEEEEOOOH D:

    ResponderEliminar

¡Vamos, es gratis y no duele!


¡Gracias por leer hasta el final! ♥